Carta de un perro en China

Yulin, 25 de junio de 2015

Querido y muy bien estimado amigo Cerdo,

Te cuento que el viaje fue bastante bueno. Dormí todo el camino y aunque me levanté algo mareado y con algo de frío, por todo lo demás fue bien. Llegamos a Hong Kong y de allí empezamos a recorrer el sur de este país camino a Vietnam. Dirás que no tengo razón de quejarme de mi vida, pero no te imaginás lo que vi el pasado fin de semana.

Estábamos en camino hacia Ha Noi cuando mi amo vio un trending topic en su cuenta de Twitter: #StopYulin2015. Él no tenía ni idea de qué se trataba —y yo menos, igual ya sabés—; pero inmediatamente lo supo nos pusimos en marcha hacia Yulin. En el camino me enteré de que este es un pueblo chino famoso por un festival gastronómico en donde el platillo principal somos nosotros los perros. Mi amo, supongo que por solidaridad conmigo, encontró tan repugnante como yo esta tradición. La verdad yo pensé que esto era un cuento chino, que se nos valoraba por compañía, inteligencia y sentimientos, que por ello nos llaman ‘el mejor amigo del hombre’ y por tanto no se nos podía hacer esto. Ahora será un cuento para asustar cachorros: ‘va a venir un chino por ti, si te portas mal’.

Fuimos hasta allí para hacer parte de las protestas contra el festival. En las conversaciones que le oí a los humanos decían que hay un sitio web en donde más de cuatro millones de sus iguales firmaron para cancelar este horrendo festival. Mi amo estaba consternado y no paraba de comentar cosas que me revolvían el estómago. Son 10 millones de perros al año los que se comen en China. Y como si fuéramos gallinas, vacas o, perdón por mencionarlo así de crudo, cerdos, acá tienen granjas en donde nos cultivan para prepararnos para el consumo humano. Según seguía oyendo, fueron más de 10.000 de los míos los que cayeron durante este festival. Toda una masacre.

A estos animales bípedos les da por masacrarnos de la peor manera y no contentos con ello luego nos exhiben. Nuestras cabezas empacadas al vacío, congéneres enteros o por partes colgados de ganchos en las carnicerías, y nuestras partes internas en los mostradores. Ni hablar de los comedores por donde me paseé. Fue una barbaridad. Yo no podía darle crédito a mis ojos. Lo mismo que en Colombia pasa con tus iguales acá pasa también con los míos. Al menos nosotros tenemos muchos lugares en donde somos ‘vacas sagradas’, lastimosamente para vos, a pesar de que las religiones judeocristianas prohíben tu ingesta, el consumo de los tuyos nunca ha parado. Ya ni siquiera es por alimentarse, es solo por el gusto de nuestra carne que sin importarles nada te van matando para satisfacer sus antojos.

Y ahora hasta a mí amo le he perdido el respeto. No me malentiendas, claro que le valoro lo que hace por mí y mis pares, se le nota que de verdad le duele; mas lo que no entiendo es como el güevón, que no hace sino comer carne todo el tiempo, no ve el sufrimiento en los otros animales a los que los humanos someten a los mismos vejámenes con tal de probar un bocado de nosotros.

Antes entendía el sentimiento de afán y desasosiego que te generan los finales de junio allá donde se celebra el Sampedro; pero ahora puedo decir que lo viví en carne propia. Y sí, son días duros los que nos corren. Ojalá que vos podás pasar este fin de semana y me respondás.

Perrunamente afanado por vos,

El Perro

Ve, parece que inaugurar cosas sin terminarse es una moda que llegó para quedarse.

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El vampiro

A 500 metros de mi casa, para reemplazar la tubería de agua han abierto la mitad de una calle de doble vía. Ha habido dos soluciones a la movilidad: solución 1, dos hombres cada uno con dos banderas, verde y roja, a cada extremo para habilitar el paso; Solución 2, mini semáforos. Lo que bien hacían los hombres con la tecnología de la solución 1 no se logró hacer con la dos. Infiero que no se cuenta con la técnica para programar el retraso que pide una curva al limitar la visibilidad. Eso, porque contra la viveza, de los ingresan en la fila sin importar que deban ya esperar, hay ya poco que hacer.

La situación me hizo acordar de un artículo del profesor Roberto Feltrero llamado Ética de la computación: principios de funcionalidad y diseño. Para las fechas en las que Feltrero publicó este artículo —2006— no era posible dimensionar al punto que hemos llegado hoy con las ‘tecnologías computacionales’. Hoy son el espejito negro por el que devenimos madrastra de Blancanieves. Lo pretendido por el autor con la ética de la computación, un software basado en la funcionalidad abierta y diseño transparente, está hoy aún más lejos de masificarse que en ese entonces. ¿O es solo que veo el vaso medio vacío? Ya en la Keynote del 2007 el mandamás de Apple pronosticaba: «un iPod, un teléfono y un dispositivo de comunicaciones por internet». Con esas palabras se nos anunciaba el futuro.

Este aparatito, el primer smartphone exitoso y sobre el que se han basado sus competidores, es hoy en día un hoyo negro de tal fuerza gravitacional que se ha tragado, y seguirá haciéndolo, un sinnúmero de otros dispositivos: GPS, Cámara de fotos y video, teléfono, PDA, reloj, ebook, walkman/iPod, DVD portátil, procesador de palabras… Todos hoy ‘simples’ apps que Apple ha sabido —con altos valores técnicos y estéticos— llevar a su fórmula de hardware y software cerrado dentro del iPhone. Un dispositivo que ha ahondado las brechas sociales pues es estandarte de exclusividad: tanto económica como de competencia cognitiva.

El smartphone se ha convertido para la mayoría de la sociedad en la herramienta epistémica por antonomasia: las gafas que usamos para ver el mundo. Allí ‘vivimos’ permanentemente conectados con el mundo que nos rodea a través de las redes sociales y su inseparable instantaneidad de la información. Esta última que nos lleva a saber de inmediato desde el último atentado terrorista —¿manipulación y control a través del miedo constante?— o lo que comen nuestros amigos —¿la banalización de la información?—. Muchos de estos aplicativos redefinen nuestra conducta y valores.

¿Cómo? Por ejemplo Whatsapp que es en Occidente el mayor mediador dentro de la interacción humana de comunicarnos. Este desarrollo de software no permite implementar la ética computacional de la que nos habla Feltrero. Los ‘permisos’ que se nos entregan son una ventana de participación infantil e inocua, un placebo de falsa personalización mediante cambios apenas externos mientras lo verdaderamente importante, como la libertad para controlar la privacidad que de esta actividad en línea pueden derivarse, se excluye tajantemente. Y Snapchat y Facebook y Twitter y Vine y… todas lo mismo. ¿Cómo presionar para que los códigos escritos de estás apps sean accesibles y modificables por el que quiera? ¿Y la seguridad ciudadana dentro de la funcionalidad abierta y diseño transparente? ¿Será simple paranoia pensar que con estos permisos estaremos más expuestos a lo que ya estamos?

Siempre que cambiamos de tecnologías necesitamos un tiempo para apropiárnoslas. Los cambios en las llamadas Tecnologías de Información y Comunicación, como un bombardeo, no nos deja acomodar en una y dominarla cuando ya está la otra en el oriente. Ahora le mando mensajitos a mi mamá por Whatsapp, pero la verdad es que me comunico menos con ella. ¿No serán las TIC ese vampiro que después de seducirnos lo invitamos a casa y luego no podemos sacar?

Ve, que jartera tanta política ya en el fútbol.

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La respuesta

El domingo pasado la periodista de El Tiempo María Isabel Rueda escribió un artículo en el que califica como desastroso el paso de Gustavo Petro por el Palacio de Liévano. No vale la pena ponerse hablar de la pobreza que muestra, tanto en la forma como en fondo, la llamada «respuesta» del alcalde, en tanto que por  la manera en que está escrita parece más una colección de tuits o un arrebato por la calentura del momento. Sin embargo, lo que se puede leer entre líneas sí resulta interesante.

Tenemos una foto que ocupa al menos el mismo tamaño que la respuesta. Una imagen que dice mucho por cuanto el foco está en la boca sonriente del burgomaestre. ¿De qué diablos se ríe? ¿Será de nosotros? Parece. Porque en lugar de responder con claridad a los reclamos de la periodista sobre las promesas que él hizo para ocupar el cargo que detenta, en lugar de refutarla con hechos y demostrando que sí ha cumplido, él se fue a la refriega metiendo la lucha de clases. Si te fijás y mirás sin pasión Petro es igual a Uribe en la forma que tienen para responder cuando se les pide explicaciones. Trinan de la rabia, acusan y enlodan a otros, pero respuestas a lo preguntado: nada. En los dos lados del espectro político colombiano esta comparación es más que odiosa; pero no por odiosa deja de ser verdad. Y es una pena que así sea, pues lo que nos queda a nosotros es la triste verdad que dice que sin importar de donde venga el político, para nosotros nada cambia.

Petro, es su intento de zafarse de los cuestionamientos se hunde más. Él se centra su argumentación en la pobreza y en la lucha de Bogotá Humana contra la misma; mas la realidad que uno ve cuando vuelve a Bogotá es la de una ciudad que está creciendo como la cola de las vacas. No sé si valga la pena recordarle al alcalde que uno se humaniza para arriba, no para abajo y en lugar de volvernos más humanos, cada vez se llega a comportamientos más animales que se resumen en la ley del más fuerte. Bogotá no se está humanizando, Bogotá se está pauperrizando: basura que se recoge en volquetas, vendedores ambulantes por doquier, el Transmilenio como el salvaje oeste. El cacareado gobierno de Petro debería llamarse la Bogotá Inhumana.

Como dice la canción, «los amores de petrona fueron una ensoñación», el alcalde nos prometió un gobierno socialista y nos tiene comido el cuento que el socialismo es meter gente de estrato 1 en donde viven los de estrato 6 como él. Socialismo es otra cosa. Socialismo es poderse mover en la ciudad, no es una caravana con escoltas de alcalde, sino en bicicleta o en tranvía, como el que usted prometió: es igualar la salida con la educación en los colegios de alta calidad que usted prometió. Para no ponerme jarto con ejemplos, socialismos en Suiza y Dinamarca, pero por lo mostrado en su gestión señor alcalde son los modelos de Venezuela y Cuba los que quisiera implementar.

Ah mal que hace con eso de generar odios de clases. No es a través de esos sentimientos y rencores como se logra la paz. Él, más que muchos de nosotros, sabe que no será con esas herramientas como vamos desmontar la godarria que como monarquía se ha enquistado en el establecimiento colombiano. Tampoco se le pide al alcalde que sea un pusilánime y se deje atacar o manejar por ese establecimiento, pero la verdad es que la oportunidad la perdió en tanto sus pobres resultados. «En la rueda del cumbión sus amores acabaron… Como se apagan las velas cuando se están acabando».

Ve, Agua y Maizena pa todo el mundo. ¿cuándo es que va a amanecer en Bogotá?

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Juventud

Se ha hablado mucho de la participación colombiana en el anterior Festival de Cannes. El resultado es una puerta que deberíamos mantener abierta. Tenemos talento, historias, algo de apoyo y una masa crítica suficiente para poder alcanzar el nivel de cinematografías más desarrolladas como lo son las de México, Argentina o España.

¿Cómo llegar a ocupar esos lugares? No tengo ni idea. Hablaba con un amigo y me decía que con este bombo dado por Cannes a las películas que participaron la masa correrá a verlas, pero al salir estarán defraudados. ¿Será? ¿Por qué? Porque están educados para ver otro tipo de cine. A pesar de que la cantidad de festivales se ha incrementado en los últimos años el público nacional sigue sin saber ver cine. ¿Hay que saber? ¿Deberíamos enseñar a la gente a ver cine? Antes estaba totalmente con el sí; pero hoy no estoy tan seguro.

Una de las películas que más me sorprendió dentro del marco del 68 Festival de Cannes fue Youth. En el filme Paolo Sorrentino —el director— nos pregunta: ¿para qué estamos en este mundo?, ¿para qué hacemos lo que hacemos? El italiano encuentra una manera extraordinaria de respondernos: su película. Lo contradictorio es que la respuesta es muy simple: Para ser felices. Hagamos lo que hagamos estamos acá para disfrutar de la vida, para distraernos, mientras llega el momento de partir. Si estamos cuerdos, las maneras que encontramos para ello no están ni bien ni mal.

Y ahí está el meollo del asunto. Mientras el director napolitano se apura, se entrega y pone a otros a su servicio para darnos este hermoso trabajo cinematográfico; vemos dentro del filme varios asuntos para tener en cuenta: que cada uno es feliz como puede, que debemos quitarnos tantos prejuicios, que ser intelectual es normalmente sinónimo de aburrido, pero no por eso está mal. No hay respuesta definitiva, más bien es individual de acuerdo a lo que sintamos. Que hay una mayoría que valora ciertas cosas dándole espacio a una minoría que aprecia otras.  Eso es lo que da cabida para todos. ¿Se imaginan un mundo con los mismos gustos? Insostenible.

Seguro que la mayoría de las cosas que debemos hacer en el paso por este planeta no son completamente de nuestro agrado. Algunas vez un amigo me preguntaba: ¿Y por qué no aceptamos de una buena vez que somos mediocres y que no damos para nada más? Bueno, creo que de ser así hoy ni siquiera tendríamos zapatos y nadie podría leer esto. Igual, mientras no haya sentimientos de explotación, o de alienación, trabajar y hacer tiene sus recompensas per se. Y sin embargo nos quedan temas que de verdad disfrutamos. Actividades que cuando las hacemos nos sentimos plenos. Qué bueno pues, buscar alcanzar niveles superiores y quedar contentos con los logros. No es ser conformistas, es encontrar la realidad de nuestras capacidades.

Entonces, volviendo al cine nacional: debemos elevar el discurso, debemos tratar de ser mejores en lo que hacemos —así “solo” seamos espectadores—, en tanto que si nos gusta, pues chévere aprender a hacerlo mejor. Pero si no queremos ir más allá de pasar un buen rato en las salas de proyección… ¡Excelente! Porque como cierta noche me dijo alguien: «Yo he descubierto que la felicidad está en hacer lo que a uno lo hace feliz». Ni más ni menos. Entre tanto, larga vida a nuestra joven cinematografía.

Ve, ¡tremenda la historia de Bacca! Sí, y pocos excepcionales como él.

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Colombia en Cannes

Como ustedes ya saben, Colombia participó con tres películas en diferentes eventos en Cannes. Alias María, de José Luís Rugeles Gracia, dentro de la selección oficial Un Certain Regard; El Abrazo de la Serpiente, de Ciro Guerra en la Quinzaine des Réalisateurs y en la Semaine de la critique, Cesar Acevedo con La Tierra y la Sombra.

Con Alias María tuve una reacción singular. Entré a la sala Debussy con dos amigas españolas que la encontraron muy buena y que al ver mi reacción apática no me entendieron. Mi explicación: aunque la película técnicamente es buena, salvo un problema con las voces, el filme de Rugeles se queda en lo mismo y no explora una nueva mirada. Los tres actores armados, cuál de todos más salvaje; la población civil en medio que paga la “fiesta”; las mujeres y los niños dentro del interior de las guerrillas de izquierda. Iba diciéndoles el porqué de mi sentir cuando una me interroga, «¿y qué hacen esos niños allí?». Sí señora… ¿qué diablos hacen los niños allí? Contar hasta diez no sirvió y las no invitadas aguadas visitaron mis mejillas. A lavarme la cara para lograr calmarme. Estar lejos y tener que explicar cosas que yo veía como «normales» cuando vivía allá como las minas quiebrapatas en las escuelas, los reclutamientos forzados, los juegos de fútbol con cabezas, las motosierras como armas, los collares, burros, bicicletas bomba. Entonces sí, agradezco a Alias María el haberme humanado otra vez.

El Abrazo de la Serpiente ha sido un éxito rotundo de Ciro Guerra. Sé que puedo sonar a aguafiestas, pero no me terminó de convencer por dos cosas. El blanco y negro usado siento que le faltó tratamiento y en algunas escenas el blanco está saturado y aburre, lo otro tiene que ver con la historia, que no termina de hilar bien y uno se pierde en la mezcla presentada con los dos protagonistas. Sinembargo, es el metraje de Guerra, según el Hollywood Reporter, el tercer mejor mostrado en todo el festival sin importar la sección. En un aparte de la crítica mencionan: “una exploración visual fascinante del hombre, la naturaleza y los poderes destructivos del colonialismo”. El metraje de Guerra fue tan bien recibida que logró hoy el premio a la mejor película en la Quinzaine des Réalisateurs. Aplausos pues para Ciro y su gente.

Ciro Guerra recibe el Premio durante la ceremonia que se lleva a cabo en este momento en Cannes Foto de Mateo Contreras
Ciro Guerra recibe el Premio durante la ceremonia que se lleva a cabo en este momento en Cannes
Foto de Mateo Contreras

La Tierra y la Sombra. No logré hablar con Cesar más que unos pocos minutos. Él estaba con su papá en la fiesta colombiana y no iba a ser yo el mamón para que dejara de gozarla. Además esa noche, yo no había visto aún su largometraje y hubiese sido pobre hablar sobre él. De las tres cintas colombianas, La Tierra y la Sombra ha sido la que más preguntas me dejó. La historia no me terminó de cuajar, las actuaciones se ven muy planas. Mejor dicho, que todo el filme deja ver la tramoya y su verosimilitud se pierda. Igual, parece que eso solo lo vi yo. Porque Acevedo vino acá para llevarse tres premios: El SACD (Sociedad de Autores), el France 4 Visionary Award (Premio Revelación) y Le Grand Rail D’Or (Premio del público). ¡Fabuloso! Que vuelva pues Cesar y ojalá con una mejor factura.

Y la ñapa. Mientras esperaba el inicio de Mad Max: Fury Road, se sentó a mi lado un personaje que trataba de hacerse una selfie. Como tengo problemas con ellas, y por sapo, le pregunté por qué no me pedía el favor. Le hice las fotos. La cara del tipo y su amiga me decían que era colombianos. Fallé en el 50 %, él era Diego Londoño de Cali y está aquí presentando, dentro del Short Film Corner, Medley. Diego es un realizador radicado en Los Ángeles, y su corto es su trabajo de tesis. Con Él tuve la posibilidad de hablar más largo en una charla que pueden ver acá.

El día de la presentación de El Abrazo de la Serpiente, cuando ya estaba raspando fiesta, hablé con Nicolás, Edwin y Cristian, los tres están acá con su corto Lunesta, sin verlo aún por falta de tiempo, pero que espero resolver pronto. Ellos se están disfrutando Cannes y me dejaron el buen sabor en la boca al ver sus ganas de comerse el mundo. Apetito necesario para llegar lejos. A estos realizadores les deseo suerte. Mucha suerte.

Las logré ver todas. Todas llegaron a conmoverme. El estar acá lejos y no vivir en Colombia me hace sensible a lo que veo de mi país. Ese extraño sentimiento cuando la tierra te llama. Porque es allá que está tu comida, el calor de tu gente, la fiesta y tus amigos y tu familia. Como dice Gabo, “donde están enterrados tus muertos”; pero también recordás el desastre, el caos, los trámites, la corrupción, la violencia y el dolor y la rabia que se ve en los ojos de muchos cuando volvés. Vos sabés: entre nostalgia y desazón.

Ve, y se creció la agenda con gente de España, Chile, Perú, USA.

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Las cinco (+1) de Cannes 2015

El 13 de mayo comienza el Festival de Cannes 2015. Repitiendo a Ciro Guerra, director de El abrazo de la serpiente, Cannes es el Mundial de cine. Nosotros estaremos con cuatro largometrajes. Remarcable, pero hablar de ese hecho sería llover sobre mojado en tanto que la frase del Bolillo, «Vamos a aprender», nos viene bien en este caso. Entonces, me tomo este espacio para contarles las películas que tengo que ver cuando esté allá.

Mia madre de Nanni Moretti, el italiano es un asistente habitual a la cita en la Riviera Francesa y ha probado la victoria. Con Caro diario, ganó el premio al mejor director en 1994 y en 2001 con La stanza del figlio se llevó la Palma de Oro. Un pequeño morbo me ronda desde cuando supe que en la cinta de Moretti aparecerá John Turturro. Me encantaría ver la sensación que tienen los presidentes del jurado con uno de sus actores fetiches, viéndolo en un papel no caricaturesco como en sus otras cintas. Así pues, este es uno de los filmes de la armada italiana que viene a defender el prestigio bien ganado de su filmografía.

Entre las que la acompañan, está Youth, la película de Sorrentino —el nuevo neorrealismo italiano (?)— en la que echaré en falta a Toni Servillo, mientras me ilusiona verlo dirigir a Michael Caine y Harvey Keitel. Ya el potentísimo tráiler tiene el aroma que en La grande belleza te hacia sentir que estás frente algo importante, a algo grande. Como cuando se decía que el cine es más grande que la vida. Es decir, espero una película italiana de verdad verdad. Tan italiana, como una mujer que sabe llevar un Cavalli dándose el lujo de arrodillar la extravagancia haciéndola elegante: maravillosa y magnífica. Y así vos te sentís pequeño, ante la dimensión de lo mostrado por la belleza de las imágenes y la música—con un peso y una profundidad que acongojan—, y grande por disfrutar de ese espectáculo en silencio.

En capilla está Rak ti khon kaen la película de Apichatpong Weerasethakul el director tailandés que siempre ha salido premiado con su visitas a Francia y hace cinco años ganó la Palma de Oro con Uncle Boonmee recuerda sus vidas pasadas —Loong Boonmee raleuk chat—. Reconozco que nunca he visto una de sus películas, pero, como dicen los vendedores, sus números lo avalan. Verdad de perogrullo decir que se va a este tipo de eventos a saciar la curiosidad de ver por primera vez películas de geografías inusuales en este mundillo.

LoveLove, de Gaspar Noé. El argentino director de la afamada Irreversible será esta vez el encargado del picante. Por insólito que suene aún en el 2015, el público se ve sacudido por los carteles de esta película prohibidos en algunos lugares. Noé sabe jugar el juego y asumo que debido a ello le dieron una de las presentaciones de la medianoche. Ya el cartel nos deja claro que en Love el «coming soon» que se acostumbra en ellos va más lejos que lo usual. Sobre la trayectoria de Noé vale anotar que no se queda en el facilismo de la teta y el culo «de gratis» con los que algunos cineastas logran por lo menos meter público a las salas de exhibición, por el contrario sus películas proponen y te dejan algo para la cabeza.

La filmografía japonesa es tradición en la Croisette. Esta vez llegan con Umimachi diary de Hirokazu Kore-Eda. Este director es otro asiduo visitante del festival francés y habrá que verla y esperar qué es con ella. Él es el director de De tal padre tal hijo, cinta con la que en 2013 recogió el Premio del Jurado y que en lo personal no me dejó un buen sabor de boca. Sentí un trazo muy grueso en cuanto al melodrama que le impuso a ese filme.

Mad Max: fury road. Muchos pensarán que es un despropósito ir a Cannes y gastarse valiosas horas en blockbusters. Sí y no: tengo una coartada, Mad Max es una trilogía que me trae muchos recuerdos de mi niñez, y esos gustos perduran, ¿quién puede contra eso? Pero más allá, Mad Max será la prueba, una más, para ver si con más recursos se logran mejores resultados o si las limitaciones ponen a funcionar mejor la creatividad. Siendo sincero, tengo miedo. Los resultados de este experimento pocas veces han salido bien. George Miller, el mismo director de las primeras películas, tiene la tremenda responsabilidad de no defraudarnos.  Como sí le pasó a su homónimo Lucas con las entregas I, II y III del Star Wars. Espero lo mejor, pero me preparo para lo peor.

Por sentado está ver las cintas que nos representan en las diferentes secciones, y que estaré atento a oír los comentarios que los foráneos hagan de estas. Además de los anteriores filmes, hay otros que también son imperdibles. En ese grupo cabe mencionar: la del griego Yorgos Lanthimos, The lobster; The sea of trees de Gus Van Sant; Sicario de Denis Villeneuve, la local Dheepan de Jacques Audiard y A tale of love and darknes, primera película de Natalie Portman.

Ve, definitivo que los amigos son la familia que uno escoge.

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Metiendo Mano

Hace como 8 años leí El Secreto. Sí, yo sé: salía de una secta y casi caigo en otra peor. Afortunadamente no me duró mucho la pendejada. Solo hasta hace muy poco empecé a darme cuenta de la dimensión, del alcance real que supone creer en estasverdades que invocan, sin atragantarse, hasta a la física cuántica para adquirir ese tufo científico para hacerlas creíbles.

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Matemos por caridad

Como en muy pocos asuntos y sin importar desde que moral o cultura hayamos llegado  a este calificativo, la humanidad entera está de acuerdo en que matar es una acción mala. Tenemos muy pocas excepciones que nos disculpan el cometer este acto ante la sociedad y hoy en día es verdad de a puño que la vida es sagrada, como predica Mockus, sin importar raza, cultura o religión.

La banalización de la muerte a la que hemos llegado en Colombia con esta guerra —una de esas excepciones— en la que hemos crecido, no nos blinda de que el pedido de Corte Suprema para reglamentar la eutanasia, eufemismo usado para evitar usar el vocablo matar en el intento de evitar sufrimiento nos lleve a una nueva, o la misma (?), polarización del país.

Joseph Fletcher, hizo una lista con los elementos que nos ayudaría a determinar la ‘condición humana’: conocimiento y control de uno mismo, sentido de futuro, sentido del pasado, capacidad de relacionarse con otros, preocupación por los demás, comunicación y curiosidad. Poseerlas y cultivarlas nos califican como ‘persona’ más allá del simple hecho afortunado de pertenecer a esta especie.

¿Es que la ley que regula la eutanasia es una imposición para todos? Ni Dios lo quiera. Se le aclara a la audiencia que si una familia o una persona no quiere acceder a la buena muerte, nadie la obligará. En cambio sí sería una muestra de caridad cristiana detener el sufrimiento inútil que supone seguir vivo cuando no es posible sobrellevar una enfermedad y tampoco hay una solución el el horizonte cercano. Ni hablar del ahorro en términos de sufrimiento para los que tenemos que acompañar al afligido. O monetarios: que para todo el sistema de salud supone la desconexión de estos seres que dejaron de cumplir con los preceptos enunciados arriba y definirse como ‘personas’. La traducción del griego de eutanasia a buena muerte es en estos casos cabal.

Insisto: no es obligatorio para los no la quieran. Realidad que no supone un óbice para que los creyentes nos quieran imponer su moral y su visión del mundo. Los creyentes no cesan en su intensión de arrastrarnos a vivir y a morir como ellos dicen que lo hacen (!). Ello a pesar de la escasa evidencia de éxito en la tarea y de los siglos que se han tomado en aceptar sus fracasos.

Es entendible que si el Dios al que le sos devoto no encontró mejor forma de salvar a una humanidad pecadora que la de enviarnos a su propio hijo para sufrir una de las peores y más inhumanas maneras de morir, tenga entre sus pilares el dolor en tanto que representa una manera de purificarse en la tierra antes de la llegada al Padre en el cielo. ¿Qué pasa si mi familia y yo no profesamos esa fe?, ¿y si a pesar de ello no se quiere vivir ese cáliz? Según la cristiandad, a morder un cable y pagar por los pecados. No hay reciprocidad en el respeto al libre albedrío.

Pertenecer a esta especie no significa que esté garantizada nuestra vida. Eso es apenas un cuento, sino preguntémosle a los Wayuu por sus niños; sin embargo, la tara que le debemos al cristianismo es la de suponer la vida humana como divina en tanto hijos del creador y hechos a su imagen y semejanza. Entonces, cualquier manera en las que se pretenda acabar con ella llega a ser un atentado contra Él: una forma de truncar su voluntad.

Por extraño que parezca, la voluntad de Dios no se ve afectada si por medios artificiales retenemos a ese ser en este mundo en lugar de dejarlo ir a gozar de su presencia. No sobra mencionar el apoyo que la religión ha dado para que lleguemos a estos avances en la tecnología médica (!). Nomás mirar su posición en cuanto a la investigación en células madre y recordamos su proceder histórico.

Eso sí, apenas lleguemos a nuevas fronteras para conservar la vida, aquellos que se oponían ahora tengan a bien estas nuevas herramientas. Como siempre, y además nos amenazan como sociedad a que si no hacemos como ellos quieren cierran sus hospitales. Hasta ahí les llega su amor al prójimo.

Ve, ¿y cómo más podría ser Dios sino como nosotros?

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La milla de oro

Sin importar la ciudad a la que llegués, las guías y los portales de viaje —Lonely Planet, Trip Advisor— te sugieren que pasés por ciertas zonas y calles. Te dicen que allí se concentran los restaurantes, los cafés, los bares, las galerías y las tiendas. Qué es cool, trendy, chic o Hip, o todas las anteriores, dejarse ver por allí, por la Milla de Oro, o zona rosa.

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El color púrpura

Año: 1985.
Duración: 154 min.
País: USA.
Director: Steven Spielberg.
Reparto: Whoopi Goldberg, Oprah Winfrey, Danny Glover.
Género: drama.

Cada vez que uno vuelve a ver una película, puede cambiar o aumentar los significados que le encontró. En El Color Púrpura, la primera cinta adulta de Spielberg, hoy me llega un claro mensaje sobre la clasificación y cosificación hecha y ejercida por el machismo sobre la mujer. Con base en ello, en el metraje se caracterizan La fea, Celie —Whoopi Goldberg—; la bella Shug —Margaret Avery—; y la rebelde Sofia—Oprah Winfrey—

En la primera escena, Celie juega con su hermana en un campo cubierto de flores púrpura. Pronto nos damos cuenta que la diferencia entre una y otra va más lejos que los colores de sus ropas y lo que ellos representan. Ella es la menos agraciada físicamente y por ello Celie no tiene derecho siquiera a la risa. En el mundo de 1909, ya por sí arisco con los de su raza, el físico poco agraciado Celie le deja pocas opciones. Ni Dios le tiene una respuesta. Igual, como para algo deben servir las feas, su padre la entrega en matrimonio. Cambio de plaza pero no rol. Escondida a los ojos de los demás, dentro de la casa y al servicio del hombre de turno y conjugando los verbos: limpiar, ordenar, criar, bañar, afeitar, cocinar, zurcir y que él haga lo suyo. Todo un descalabro. La primera noche, mientras el Señor —Danny Glover— hace uso de ella, ella mira la foto de una mujer en la mesa de noche. La felicidad no parece ser más que otro de los sustantivos que le será esquivo. Celie apenas sabe sobrevivir.

Ilustrado por: Manuel Jacobo Monroy Muñoz || majmonroymu@unal.edu.co

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